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miércoles, 10 de diciembre de 2014

La XXIV Cumbre Iberoamericana se cerró en Veracruz Mexico

La Cumbre Iberoamericana se salva con una agenda de mínimos
Los líderes priman los programas en educación e innovación y aparcan las grandes cuestiones políticas y económicas
La fractura iberoamericana amenaza el éxito de la cumbre de Veracruz
La XXIV Cumbre Iberoamericana se cerró con un ejercicio de aritmética básica. Ante la inminencia de una fractura en su seno, los mandatarios reunidos en Veracruz se pusieron manos a la obra para hallar el mínimo común divisor que les permitiese salvar la reunión. A un lado dejaron los pulsos propios de la alta política y de las negociaciones económicas; evitaron cortésmente el choque ideológico, eludieron los avisperos de la violencia o los aranceles y, a cambio, pusieron sobre la mesa una agenda blanda, centrada en la educación, la cultura y la innovación. Y se dieron un plazo cómodo, de dos años, hasta la próxima cita en Colombia, en 2016.
Lejos quedan los tiempos en que estallaban en la cumbre las tensiones bilaterales, como el famoso “por qué no te callas” del rey Juan Carlos a Hugo Chávez. El campo de juego, repleto de pujantes entidades regionales, como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) o la Alianza del Pacífico, se ha reducido año tras año. Y lo que es peor, muchos jugadores ya ni siquiera acuden al campo. La fragmentación generada por el área bolivariana, encabezada por Venezuela y Bolivia, el desdén del bloque cubano-nicaragüense, la insularidad ideológica de la Argentina de Cristina Fernández y la lejanía brasileña al foro, han llevado a la cumbre a perder peso representativo. Ninguna de estos seis países, que juntos suman más del 50% del PIB latinoamericano, han enviado a sus más altos dignatarios.
Aunque con una asistencia superior a las de las citas de Paraguay (2011) y Panamá (2013) –acudieron 17 jefes de Estado, sin contar al presidente de El Salvador, que se retiró a última hora por sentirse indispuesto—en las ausencias no ha faltado vitriolo. Como el lanzado por el boliviano, Evo Morales, quien tachó las cumbres iberoamericanas de un invento de “los monarcas de España para sus propios intereses”. O la presidenta argentina, Cristina Fernández, quien alegó problemas de salud, que no le impidieron viajar el viernes a la cumbre de Unasur en Ecuador

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